CUIDADO, CORTESÍA Y CORAJE – I

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Hace unos días estaba haciendo zapping en la TV y encontré una película americana cuya trama se desarrollaba en una escuela. Me interesó el tema y continué viendo. En un momento determinado la directora –una persona madura y experimentada– dijo a una joven y guapa profesora de educación inicial: Las tres palabras clave en una clase de educación inicial comienzan por la letra C: cuidado, cortesía y coraje.

Reflexioné sobre el tema y como consecuencia de ello surgen estas ideas que paso a transcribir.

  • Cuidado: físico, psicológico y moral.
  • Cortesía: formas adecuadas de relacionarse con las demás personas. Cultivo habitual del permiso, perdón y gracias.
  • Coraje, implica que se lleven a cabo iniciativas, proyectos, ideas nuevas, aún a costa de equivocaciones y cometer errores.

Aunque en la película –debido al contexto en el que se desarrolla la trama se hablaba de educación inicial– podemos aplicar –mutatis mutandis— estas reflexiones, a los otros niveles de educación.

  1. Cuidado y salud integral: física, psicológica y moral

Según un estudio publicado por varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas (2019), cada año la mitad de los niños del mundo, alrededor de 1000 mil millones, se ven afectados por algún tipo de maltrato físico, sexual o psicológico. De los niños que sufren algún maltrato, 300 millones son menores de cuatro años, que a menudo sufren castigos violentos a manos de sus cuidadores. Además, el maltrato emocional afecta a uno de cada tres niños, y uno de cada cuatro vive con una madre, cuya pareja les trata con violencia. El maltrato en la escuela se produce a través del acoso de los compañeros – bullying–. Se calcula que uno de cada tres niños de entre 7 y 12 años ha sufrido algún tipo de acoso. También se estima que 120 millones de niñas han tenido algún tipo de contacto sexual contra su voluntad y antes de cumplir los 20 años.

Los niños y adolescentes en situación de desamparo que viven en situaciones de riesgo constituyen una de las preocupaciones más importantes en el ámbito social, pues esta problemática afecta a nuestra sociedad, sin distinción de sexo, religión, raza, situación política y económica, influyendo de manera directa en la salud integral de este importante sector de la población. Esta situación genera una cadena de conflictos que afecta no solo a la salud, sino, principalmente, al logro de aprendizajes de los estudiantes.

El término salud procede del latín salus, que significa ‘salvación’, y también ‘saludo’; es decir, que cuando saludamos a alguien le estamos desando salud. 

Hoy se habla de “salud integral”. Según la OMS (1946) “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. La salud es el estado general de un organismo vivo, que ejecuta sus funciones vitales de una forma eficiente, lo cual le permite desenvolverse adecuadamente en su entorno.

La salud emocional es una parte esencial de la salud. Hace referencia al bienestar psicológico de la persona, entendiendo este bienestar como la capacidad de sentirse bien con uno mismo, de tener relaciones sociales de calidad y de manejar las emociones, tanto positivas como negativas, de forma adecuada y adaptativa.

1.1. La ética del cuidado 

El cuidado se evidencia a través de esta proposición sencilla: “Cuando amamos, cuidamos, y cuando cuidamos, amamos”, escribe Leonardo Boff, (2003).

Franco y Velásquez (2007) hablan de la “ética del cuidado” y se refieren a que el cuidado es un concepto amplio pues abarca muchos aspectos.

Implica aplicar los principios de la bioética para lograr el bienestar de las personas, tanto en el aspecto físico, como en el psicológico y moral, teniendo la claridad suficiente sobre el respeto a sí mismo y hacia las personas con quienes se convive.

Podemos decir que el cuidado “es la forma como las personas conservan su integridad física, así como la del entorno en el que viven; […] es cuidar con amor y respeto todo lo que se nos brinda, incluyendo el medio ambiente natural como sustento de la vida en el planeta. […] Es tener sentido de pertenencia con lo que se posee, cuidando los recursos naturales para dejarlos como legado a las futuras generaciones que nos sucederán. La ética del cuidado consiste en cambiar los comportamientos destructivos (Franco y Velásquez, 2007).

1.2. Integridad y cuidados físico, psíquico y moral

El cuidado integral comprende los niveles físico, psíquico y moral. Es un derecho fundamental de todas las personas, pero en especial de los niños. No es, pues, una recomendación; es un derecho.

La integridad física se refiere al cuidado de todas las partes y tejidos del cuerpo para tener buena salud.

La integridad psíquica es la conservación de las habilidades emocionales, intelectuales y motrices. Nadie puede ser lesionado o agredido físicamente, ni ser víctima de daños mentales que afecten el bienestar psicológico. Este derecho es de carácter internacional desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 (artículo 5) y los Convenios de Ginebra de 1949 relativos a los conflictos armados (protocolo II, artículo 4).

La integridad moral hace referencia al derecho de cada ser humano a vivir de acuerdo con sus convicciones, siempre y cuando no se perjudique a nadie. Aquí hay que añadir el derecho a no sufrir malos tratos –sean físicos o psicológicos– violencia o abusos sexuales de cualquier tipo. 

1.3. El bullying

En los últimos años se ha incrementado este tipo de agresiones en las escuelas. Esta es la razón por la que traemos aquí una reflexión sobre el tema. Podemos decir que siempre ha existido cierta violencia entre los escolares y muchas veces los docentes piensan que es cosa de niños y no le dan importancia. Pero, en ocasiones, se ha llegado a situaciones de tal crueldad infantil que, la situación, es preocupante.

El bullying es definido como una agresión que se caracteriza por el repetido acoso físico, verbal o psicológico, sin mediar provocación, que un/os sujeto/s (matones) ejercen sobre otro/s (las víctimas) con el propósito de establecer una relación de dominio que les reporte una gratificación social y/o individual (García Orza, 1995). La conducta agresiva que se manifiesta entre escolares, –conocida internacionalmente como bullying–, no es un episodio esporádico, sino persistente que puede durar semanas, meses e incluso años.

Hay diferentes maneras de ejercer el byilling, veamos algunas.

1.3.1. El bullying físico
Es un tipo de abuso, acoso o intimidación que se presenta de manera repetida y en el que hay un contacto físico entre la víctima y el agresor. Se puede manifestar de distintas formas, desde golpes, empujones, patadas, escupitajos o incluso destruir o robar las pertenencias, como por ejemplo el material escolar del agredido (Sánchez, 2020).

Una agresión se puede considerar bullying cuando se produce de forma intencionada y repetida por parte del agresor, es decir, que el agresor realice la acción con la finalidad de hacer daño y agredir a la otra persona, y no se produzca por accidente. No es un hecho único y aislado. La agresión puede ocurrir en los espacios donde la víctima y el agresor coinciden, como el salón de clase, en los pasillos, en el patio, en la calle, etc. El bullying físico suele ser el más común en las escuelas y colegios.

En el acoso siempre se observa una desigualdad de poderes de cualquier tipo. El agresor o agresores suelen más fuertes que la víctima, y por lo tanto es difícil defenderse. Se ha considerado que el agresor, en muchas ocasiones, no es solo un individuo, sino que es un grupo de sujetos que se respaldan y se encubren unos a otros. El agresor sobrepasa a la víctima en alguna característica, por ejemplo, físicamente, es más grande y tiene más fuerza, hay mayor número de agresores; psicológicamente, es más listo, o socialmente, tiene una posición favorable, teniendo el apoyo de otros compañeros. En consecuencia, la víctima siente que no puede hacer nada para ponerse a salvo de la agresión. Es importante considerar el grado de agresividad, ya que con esta se intenta producir un control y poder sobre el agredido. Ya hemos indicado más arriba las formas de agredir físicamente a la víctima.

1.3.2. Bullying verbal.
El bullying verbal suele ser el inicio para posterior-mente pasar a acoso físico.
Son acciones no corporales y tienen como finalidad discriminar, difundir chismes o generar rumores de carácter racista o sexual, realizar acciones de exclusión o bromas insultantes y repetidas, como poner apodos, insultar, amenazar, burlarse, reírse de los otros, etc. Es más utilizado por algunas chicas a medida que se van acercando a la adolescencia.

Estas agresiones no físicas afectan psicológicamente a la persona, generando disminución de la autoestima y provocando una sensación de inseguridad que no le permitirá estar tranquila en muchos de los ambientes donde pasa gran parte del día, como puede ser el salón de clase, el patio del colegio, etc. Tampoco le permitirá centrarse en su trabajo y estudio, participar en la clase, en los deportes, etc. Se sentirá vigilado y atemorizado, y en esas condiciones no puede dar la mejor versión de sí mismo en el trabajo escolar.

1.3.2. Bullying psicológico.
Son acciones que dañan la autoestima de la víctima y fomentan su sensación de temor, con el problema añadido que son las más difíciles de detectar por parte de profesores o padres porque son formas de acoso o exclusión que se llevan a cabo a espaldas de cualquier persona que pueda advertir la situación. En este caso existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje, manipulación y amenazas al otro.

Frecuentemente, los agresores utilizan esta forma de acoso manteniendo así latente la amenaza. Incrementan la fuerza del maltrato, pues el acosador exhibe un poder mayor al mostrar que es capaz de amenazar, aunque esté presente una figura de autoridad. En el agredido, aumenta el sentimiento de indefensión y vulnerabilidad, pues percibe este atrevimiento como una amenaza que tarde o temprano se materializará de manera más contundente. Puede consistir, por ejemplo, en una mirada, una señal obscena, una cara desagradable o un gesto (VIU, 2018).

1.3.3. Bullying sexual.
Se presenta un asedio, inducción o abuso sexual referencias malintencionadas a partes íntimas del cuerpo de la víctima. Incluye el bullying homófobo, que se produce cuando el maltrato hace referencia a la orientación sexual de la víctima por motivos de homosexualidad real o imaginaria.

1.3.4. Ciber-bullying.
Con la llegada de la era digital ha aparecido el ciber-bullying. Es un acoso grave y preocupante por la gran variedad, visibilidad y alcance que se logran en los actos de humillación contra la víctima y el anonimato en que pueden permanecer los acosadores. Se utilizan mensajes de texto en móviles, tablets y ordenadores, páginas web y blogs, juegos on line, chats, encuestas on line de mal gusto, redes sociales, suplantación de identidad para poner mensajes, etc. El contenido del acoso va desde los montajes fotográficos o de vídeo de mal gusto a imágenes inadecuadas de la víctima, tomadas sin su permiso, críticas respecto al origen, religión, nivel socioeconómico de la víctima o de sus familiares y amigos, etc. Todo vale con el fin de humillar a la persona acosada (VIU, 2018). Con independencia del tipo de bullying, el perfil del acosador es el que describimos más adelante.

1.3.5. El bullying y sus consecuencias sociales y psicológicas
El bullying, en sus diversas manifestaciones, también produce efectos en el ámbito social de la víctima, ya que una de las finalidades o consecuencias del bullying será el aislamiento o exclusión del agredido, tanto por parte de sus agresores, –que como es natural no lo quiere como amigo–, como por parte de otros compañeros que no quieren estar cerca, ni que se les relacionen con la víctima, ya que tienen miedo.

En muchas ocasiones para evitar que la víctima informe del acoso o pida socorro, los agresores evitan que el agredido se pueda comunicar libremente, coaccionando o obligando a la víctima a hacer acciones y tener un comportamiento que ella no quiere o no tiene voluntad de hacer.

Como vemos el bullying es más que un acoso físico, pues al mismo tiempo que se produce el daño físico se dicen palabras y expresiones humillantes, se muestran imágenes, etc. y todo esto se traduce en daño psicológico. En consecuencia, el bullying físico no solo produce daños corporales sino también puede producir alteraciones psicológicas, como depresión, ansiedad y a veces se han producido hasta suicidios. Las víctimas –niños/as por lo general– ya no querían sufrir más. En España, las tentativas de suicidio y autolesión en la población infantil y juvenil, han aumentado un 250 por ciento desde la pandemia. De ahí que la necesidad de afrontar el problema haya llegado hasta el Congreso.

1.3.6. Causas del bullying físico
Sobre las causas del bullying yo me rijo por este principio: “En el fondo de todo conflicto psicológico personal y social, encontramos la “historia de un desamor” (Benito Peral, Psiquiatra, español).

Se han descrito muchas causas del acoso, relacionadas con la personalidad de los acosadores. En general son personas agresivas que no han sentido afecto en la primera infancia y quieren expresar, de manera inconsciente, su frustración psicológica a través de la agresión a los más débiles y ejercer su poder y dominio. Nunca lo harán con compañeros de su mismo nivel de fuerza. Se cumple el proverbio africano: “El niño que no se ha sentido abrazado por la tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para sentir su calor”. 

Son personalidades que aparentan ser, pero no son; carecen de empatía, tienen pocos amigos y los que tienen son sus fieles servidores que hacen lo que manda el jefe; tienen baja autoestima, son inseguros y narcisistas que a través del dominio violento de los demás, piensan que esta situación psicológica se va a mejorar o resolver. Muchas veces actúan por envidia; se saben inferiores a sus víctimas en algún aspecto –intelectual, físico, emocional, económico-social– y su frustración e irritación la expresan de forma violenta intentando de esa manera esconder su inferioridad.

A veces los mismos acosadores han sido víctimas de acoso y al no haber sigo atendidos por sus padres, tutores, amigos, etc. y quieren restaurar su posición actuando de la misma manera que otros actuaron con ellos.

Se han destacado tres características de la escuela que contribuyen a la violencia escolar (Diaz Aguado, 2005, p.18):

    • la justificación o permisividad de la violencia como forma de resolución de conflictos entre iguales;
    • el tratamiento habitual que se da a estas situaciones violentas actuando como si no existiera y
    • la falta de respuesta del profesorado ante la violencia entre escolares, que deja a las víctimas sin ayuda y suele ser interpretada por los agresores como un apoyo implícito. El papel de algunos docentes se reduce a la transmisión de conocimientos con escasa intervención fuera de los límites del aula (Subijana, 2007).

1.3.7. Detectar, prevenir y actuar ante el acoso
Dada la gravedad de las consecuencias que genera el bullying en los niños es necesario que se utilicen protocolos anti-bullying o de prevención del acoso.

Los padres, profesores y psicólogos de los colegios y escuelas deben conocer bien el tema para detectar las posibles situaciones y actuar de inmediato. Si llega el caso se puede solicitar ayuda legal o sanitaria a expertos.

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Publicado por Dr. Marino Latorre Ariño

Licenciado en Ciencias con especialidad en Químicas por la Universidad de Valencia. Magister en Psicopedagogía y Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad Marcelino Champagnat de Lima. Vicerrector de la Universidad Marcelino Champagnat.

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