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Las tecnologías tienen una capacidad de seducción casi irresistible, para mantenernos enganchados y favorecer negocios muy productivos.
En un diario apareció este titular: “En las aulas del futuro habrá pantallas, pero no pupitres”. Estamos en el dilema “tecnología frente a la pedagogía”. Y es que hay quien piensa que en educación las novedades tecnológicas lo solucionan todo: pizarras electrónicas, cañones, computadoras, tablets, wifi, etc. Hay quien piensa que los problemas de la educación se resuelven con tres verbos: Comprar, comprar, comprar… tecnologías, en lugar de investigar para descubrir cómo se deben emplear las tecnologías en las aulas para favorecer el aprendizaje de los estudiantes. Larry Cuban[1] (2013) estudió el papel de las tecnologías durante 40 años y llegó a la conclusión de que no hay pruebas científicas de su impacto positivo sobre “la caja negra de la práctica pedagógica en el aula”.
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