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Benjamín Franklin decía: “Explícame y lo olvido; enséñame y lo recuerdo; involúcrame en la acción y lo aprendo”. Esta frase se aplica a la pedagogía, pero que se puede aplicar a muchas facetas de la vida.
Parece que la experiencia personal, el estar involucrado en malgo, no puede ser reemplazada por nada ni por nadie. Cada uno da fe de lo que ha vivido, de poco sirven las explicaciones de otras personas. Eso se aplica al amor, a la fe y convicciones personales, al conocimiento, etc. Sentirse protagonista activo y participante. Importan la vivencia especial y las sensaciones inolvidables, frente a la explicación con la razón práctica como instrumento.
Las diferentes tendencias de la moda y hasta la alimentación, pasan por el diseño del consumo experiencial. Probar algo y sentirme a gusto. Es lo que llaman el marketing de las experiencias. Las marcas logran una conexión positiva con sus clientes mediante la experiencia y la utilización de vivencias sensoriales, que generan emociones de bienestar y placer.
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