[vc_row][vc_column][vc_column_text]Dice Claxton (1987, pp. 213-239) que si los profesores no saben en qué consiste el aprendizaje, tienen las mismas posibilidades de favorecerlo que de obstaculizarlo. El mayor enemigo del aprendizaje es el maestro que no para de hablar en clase, dice Holt (citado por Marina 2015, p. 95).
Enseñar es, pues, una actividad subversiva en la que el estudiante se convierte en el sujeto subversivo[1] de la situación en que vive (el sistema). Es lo que quiere decir Bruner al afirmar: “La educación es peligrosa, porque introduce… [en la conciencia de las personas] el sentido de la posibilidad”. Es lo que afirmó Malala en la ONU: “Un niño, un maestro, un lápiz y un libro pueden hacer la diferencia y cambiar el mundo” (Malala, 2013).
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